El sábado pasado presenté Princesas al ataque en el Celsius, y me hizo tanta ilusión que he decidido dedicar esta entrada, no a hacer una crónica de la presentación, sino a hablar de las alegrías inesperadas de publicar.
Después de estos eventos, siempre tengo la sensación de que se me ha olvidado hablar de muchas cosas importantes, así que antes de contaros por qué me puse a gritar «¡Pedro!» como si fuese Penélope Cruz en los Oscar, una par de líneas a modo de contexto: el Celsius es un festival de literatura de género que se celebra en Avilés (podéis consultar su web aquí). El sábado por la mañana, después de las charlas de Mónica Rodríguez y Raquel Míguez, Sofía Rhei y yo, acompañadas por Ana Campoy, hicimos una presentación conjunta para hablar de Olivia Shakespeare y Princesas al ataque.
Al final de la presentación, sorteamos varios ejemplares de nuestros libros y el primer número del sorteo le tocó a Pedro Riera. Sí, ya sabéis, el ganador del premio Edebé por La tumba de Aurora K. Así que, por supuesto, yo me puse a gritar, «¡Pedro, le ha tocado a Pedro!». ¿Por qué? Porque La tumba de Aurora K. me encantó y porque me hacía muchísima ilusión ver a algunos de mis autores favoritos entre el público. Delante de él estaban José Antonio Cotrina y Gabriella Campbell, por cierto.
Dickens dijo: «Un hecho maravilloso para reflexionar es que todo ser humano constituye un profundo secreto y misterio para todos los demás». Por mucho que nos esforcemos, nadie nos va a conocer como nosotros mismos porque nadie más oye esa voz en off de nuestra mente que es algo así como en narrador protagonista de nuestras vidas. Por eso no está de más esforzarse un poco por darse a conocer, y en ese sentido los libros y las presentaciones son una oportunidad única.
Y esto me lleva a otra de las alegrías inesperadas de publicar, porque cuando alguien que no te conoce mucho lee uno de tus libros, después te mira de un modo diferente. Sabía que conocer a los lectores sería emocionante, porque lo dice todo el mundo y porque es una obviedad, pero desconocía cómo sería. Para mí es así: los lectores, en mi caso, las niñas, te miran durante un segundo más de lo normal, como si pudiesen leer en tus ojos una última página secreta del libro.
Antes de que El cofre mágico y El misterio del reloj de agua saliesen a la venta, me había hecho una idea de cómo iría todo, de qué cosas me harían más ilusión. Por ejemplo, ver el libro publicado u oír mi nombre en los altavoces de la Feria del Libro de Madrid. Sin embargo, creo que para que algo te haga muchísima ilusión tiene que tener un mínimo de sorpresa. Hasta cierto punto, contaba con tener una ocasión para hablar de mis libros en Madrid, pero no esperaba poder hacerlo en Asturias, delante de mi familia de allí, y acompañada de dos buenas amigas como Ana y Sofía.
¡Gracias a los organizadores del Celsius por invitarme a participar!
¡Hola, Carlota!
He visto tus libros en las estanterias de muchas librerias y sus coloridas portadas siempre me han llamado la atención, aun que nunca he tenido la ocasión de echarle un vistazo al interior. Y despues de haber leido este artículo me han entrado muchas ganas de hacerlo.
La experiencia de conocer a lectores debe de ser emocionante y yo, como aspirante a escritora, me siento muy motivada por estas lineas, porque creo que una de las partes más bonitas de escribir es poder ver como afectan tus palabras a los que las consumen y poder intercambiar unas palabras con ellos.
Espero tener la oportunidad de finalmente leerme alguna de tus novelas gráficas para poder compartir este mágico mundo.
Muchos besos.
¡Gracias, Valeria! Espero que te gusten las aventuras de Mira y Denébola, y que sigas adelante con tu interés por la escritura. ¡Un saludo!